(comunicazione tenuta al VI World Congress on Mummy Studies, Teguise 20-24 February 2007)

Antonio Fornaciari*, Valentina Giuffra**, Francesco Pezzini***.

Palabras clave: doble sepultura, descarnación, desagüe, exposición del cadáver, sepultura privilegiada.
Keywords: double burial, flesh-stripping, drying process, exposicion of the corpse, privileged burial.

Abstract: Sicily is one of the richest Italian regions in terms of mummified corpses. In addition to the Capuchin Catacombs of Palermo, several other mummy collections are present in many churches, convents and funerary chapels. The Sicilian mummies are the result of a particular treatment, obtained by drying the body in favourable microclimatic conditions without evisceration, a method which permitted to achieve an equally good state of preservation. Mummification was an extremely diffused phenomenon in Sicily during the 18th and 19th centuries, not only among the upper, but also the middle-classes. In this communication we present the first results of a survey carried out in Sicily in 2005 and 2006. The research allowed us to investigate this cultural phenomenon, to document the architectural structures appointed to the mummification process and to enrich the knowledge of the presence of Sicilian bodies mummified during the late Modern Age.

En las tierras de la Italia del sur, desde Nápoles y su región hasta las provincias sicilianas, es posible hallar vestigios de una representación funebre y de todo un universo ritual cuyas características son castizas de estas regiones.
Los dados de esta ponencia proceden de una búsqueda sobre las estructuras arquitectónicas funerarias de la Sicilia oriental. Además han sido desarrolladas investigaciones en los archivos de Nápoles y de Palermo, las dos capitales del reino de los Borbones nacido en 1734 con Rey Carlos. Desde un enfoque de las costumbres funerarias estas regiones enseñan entonces características comunes, es decir una afinidad documentada por la difusión de originales sitios sepulcrales.
Estos hipogeos, guardados en la mayoría de las iglesias del sur de Italia, son clasificables en dos tipologías principales de ambientes para el tratamiento y la conservación de los restos cadavéricos:
1) Sepulcros dotados de un colatoio orizontal donde poner el cadáver en posición acostada para su  momificación (Fornaciari & Giuffra, 2006).
2) Sepulcros dotados de un colatoio en forma de silla donde poner el cadáver en posición sentada para su descarnación (Pezzini, 2006).
El colatoio es una estructura cuyo nombre remite a una función de desagüe y donde se ponían los muertos para sacar de ellos los líquidos cadavéricos.

El colatoio orizontal  La exploración de la Sicilia oriental ha permitido analizar hipogeos eclesiásticos que han guardado su originaria arquitectura y que testimonían como todavía en pleno siglo XIX, cuando se impuse en toda Europa el cementerio suburbano, la inhumación  del cadáver y su destrucción fuera rechazada por las elites religiosas y laicas de la isla. La momificación del cuerpo y su exposición fueron una forma privilegiada de sepultura que tuve en Sicilia un extraordinario y largo éxito y, de hecho, la isla abunda de momias aun en las aldeas rurales más aisladas, a prueba de que fue una costumbre praticada por las clases dominantes que alcanzó su cumbre en las catacumbas de Palermo (Fig. 1a).
Piraino, pueblo de la Sicilia del Nor Este que desde una peña domina el mar Tirreno, guarda en una de sus iglesias un sepulcro para los curas, fundado en 1771. Bajando en el subterráneo, la primera habitación que se encuentra es la cámara de momificación, de planta rectangular, donde hay una tina y una conducción para el deflujo de los líquidos cadavéricos (Fig. 1b). Sobre una parrilla se ponían los muertos acostados: la pérdida de los líquidos y el desecamiento de los tejidos se alcanzaban gracias a una temperatura constante y a una buena ventilación. A través de un corto pasillo, desde el colatoio se llega a un primero sepulcro rectangular con un altar y 5 altillos de madera: aquí hay 14 momias de eclesiásticos acostados y vestidos con sotanas (Fig. 1c). De aquí se pasa en la segunda cámara sepolcral, parecida a la anterior excepto por 2 momias que están de pie entre 2 nichos (Fig. 1d).
Un preciado documento relativo a la fundación de este sepulcro en 1771 describe las técnicas con las que fueron preparadas la 26 momias encontradas en el hipogeo (Tresoldi, 2000. Fornaciari & Giuffra, 2006). Por lo que atañe la utilización del colatoio, el documento dice que el muerto tenía que ser puesto casi desnudo, cubierto sólo por una sábana, y al acabar de 2 meses sacado de allí y  vestido con sus ropas litúrgicas. La momia así preparada tenía que ser colocada en un altillo con una plaquita con sus dados personales.
Ha sido investigado también el hipogeo de la iglesia de S. Maria Annunziata, en el pueblo serrano de Novara di Sicilia, donde, bajo el presbiterio, hay una cripta semicircular muy ancha con 16 nichos donde poner las momias de pie y donde todavía quedan unas de estas del final del siglo XIX. A los lados de la escalera que baja en la cripta hay 2 colatoios, cuyas contiguidad a la fría roca de fundación aseguraba una temperatura constante (Fig. 2a-b). Ésta, junto a una eficaz ventilación, permitía una buena momificación de los cuerpos acostados en las parrillas (Fig. 2c).
Estos ejemplos sobrayan como hasta el final del siglo XIX, mientras que el Gobierno trataba de instituir cementerios periféricos, las clases dominantes sicilianas encontraban en la exposición del cuerpo momificado una manera de conservar su individualidad física y su status social. En el siglo de los cementerios  moumentales, lugares de memoria, de consuelo y de un nuevo culto burgués de los muertos construido sobre las visitas a las tumbas, una parte de las elites de la Sicilia decimonónica hizo de su cuerpo momificado el monumento funebre individual ofrecido a la vista y a las oraciones de los vivientes. En la segunda mitad del siglo XIX las catacumbas de los Capuchinos de Palermo conocieron un renovado éxito también gracias a nuevas técnicas de conservación: desde ese momento, con la inyección arteriosa practicada por los médicos Giuseppe Tranchina y su hermano Luigi, estas catacumbas se enriquecieron de una nueva clientela en busca de una muerte privilegiada y protegida de la corrupción.
De toda forma la costumbre de desecar los cadáveres por desagüe
 para luego exponerlos como objetos sagrados no era castiza y exclusiva de la Sicilia. La documentación recogida testimonia el hecho de que la Sicilia no ha sido la sola cuna de estas antiguas prácticas: lo que queda hoy hace unos siglos caracterizaba un área mucho más ancha. De hecho las mismas costumbres funebres reinaban en Nápoles también; un documento de 1816 describe el sepulcro de la iglesia de S. Maria degli Angeli alle Croci y da unas informaciones sobre la organización de un particular espacio funebre aquí llamado terrasanta: “in moltissime nicchie fatte nei muri vi sono molti cadaveri di uomini, femine, e vecchi, giovani, e ragazzi vestiti” (ASN, 288). Un documento de 1817 en relación a la misma terrasanta dice: “d’intorno alle mura trovansi esposti moltissimi cadaveri, porzione de’ quali non disseccata bene, e senza vetri avanti”.
En 1835 el autor alemán Carl August Mayer (1948: 296-298) describió asì la manera en la que aparecían esos hipogeos eclesiásticos napolitanos: “vi è ancora in molte chiese uno spazio sotterraneo, chiamato terra santa, in cui i morti sono seppelliti nella terra. Questa terra, chiusa da assi, che ha solo quattro piedi d’altezza, si chiama giardinetto, e difatti ha l’aspetto di un’aiuola. I morti si disseccano in sei o otto mesi, poi sono cavati fuori e posti lungo i muri in abiti conformi al loro grado, entro cassette con vetri. In questi luoghi si celebra una solenne esposizione dei morti, con una splendida illuminazione per tutti i morti e tutte le anime”.
Entonces, como en Sicilia, en Nápoles también en el siglo XIX se ponían entre nichos los cadáveres desecados; la exposición en ataudes abiertos y protegidos, o menos, por cristales es una práctica que todavía se puede observar en Sicilia también. La abundante documentación arquitectónica de la Sicilia, y la archivística de Nápoles, sobrayan la existencia de prácticas de conservación y exposición del cadáver sobrevivida durante el siglo XIX.

El colatoio en forma de silla  En estas áreas está bien documentado otro tratamiento funebre que no aspiraba a la momificación sino a la descarnación para que los huesos, ahora limpios, pudieran ser guardados en osarios; esta práctica se desarrollaba en hipogeos caracterizados por la presencia de un colatoio en forma de silla, en Nápoles llamado cantarella (Fig. 3a). Esta palabra procede probablemente del griego kantharos, un cubo puesto bajo la silla para recoger los líquidos cadavéricos (D’Ascoli, 1993). En estos locales a lo largo de las paredes hay nichos con una base agujereada donde se ponía el cuerpo en posición sentada, de manera que los líquidos de la descomposición convergíeran en el agujero y de aquí fluyeran por una conducción (Fig. 3b-c-d). En estos hipogeos, construídos para una deposición colectiva, privilegio de cofradías o de comunidades eclesiásticas, hay además un osario enterrado en el medio o puesto en un rincón (Fig. 4a). Otro elemento característico que se encuentra con una significativa presencia es una larga repisa utilizada para guardar y exponer las calaveras (Fig. 4b).
Estas estructuras eran cámaras de descomposición: acabado el proceso de desagüe y liberada la estabilidad mineral de los huesos, a estos se le daba una colocación definitiva; los restos esqueléticos eran puestos en el osario y las calaveras sobre las repisas, a la vista.
Como por lo que atañe la primera tipología de colatoio, esta estructura arquitectónica también era difundida en todo el sur de Italia: una arquitectura funeraria que se repite con variaciones locales insignificantes en cuanto dirigida a la misma función ritual.
A pesar de las diferencias entre los dos tipos de colatoios, fundamentalmente éstos tienen una característica en común: ambos tratan de controlar el proceso de descomposición para conseguir un simulacro ya estable del difunto (en el primer caso la momia, en el segundo los huesos limpios) y de intervenir sobre la tanatomorfosis para reemplazar los tejidos blandos y podridos con algo de duro y duradero.
En un documento de 1834 sobre una cofradía de Palermo (la Compagnia del Santissimo Rosario di S. Domenico) hay  la descripción del hipogeo destinado a los cofrades: “per mezzo di una magnifica scala si scende sotto la Cappella di Maria Santissima del Rosario, ivi si trova una stanza la quale non presenta affatto idea alcuna di sepoltura, giacchè esistono in essa n. 12 nicchie, ognuna delle quali ha il suo condotto sotto terra, di modo che putrefacendosi il cadavere cadano le materie sotto terra, ed ivi si disperdano; per non esalare poi fetore in ogni nicchia trovasi posta ed assettata una doppia basola di lavagna trattenuta da una cinta di ferro, e murata tutta ermeticamente con calce, e gesso la quale riaprendosi a giro scorre così lungo tempo che poche ossa si rinvengono del sotterrato cadavere” (ASP, 972).
La práctica del desagüe-esqueletización, como la de la momificación, sobrevivió en el sur de Italia hasta la segunda mitad del siglo XIX.
En 1850 las autoridades de Palermo ententaron limitar estas antiguas costumbres con leyes sobre la temporada mínima del cadáver en el colatoio: “lo spazio di un anno dovrebbe restar soltanto come tempo destinato per i piccoli cadaveri, mentre in generale tale tempo deve essere portato a quello di un anno e sei mesi per tutti gli altri cadaveri, eccetto però gli obesi e grassi che devono dimorare nel colatoio per due anni. Allorquando poi s’apre il colatoio, e se ne desume lo scheletro, questo […] deve lavarsi con una soluzione di cloruro di calce” (ASP, 1283).
La modernidad así irrumpía en el conjunto de estos rituales funerarios donde la relación con los muertos era mediada por los restos cadavéricos: los vivientes se enlazaban con los difuntos a través de un hondo contacto con el cadáver, momias o huesos. A lo largo del siglo XIX en el sur de Italia todo esto fue rápidamente anulado: la vista de la descomposición, el contacto directo con los cadáveres ya no fue aceptable por parte de la nueva sensibilidad racional e higienista. Un ispector gubernativo de Palermo, en 1855, así comentaba el providencial avance del progreso sobre la superstición: “nell’attuale civilizzazione si rende disdicevole ed inverecondo il vecchio sistema, che una volta faceva l’ammirazione dei nostri padri, e che forse taluni o per ignoranza o per interesse tuttora decantano, di mettere alla vista i morti. Rattristansi i vivi osservando co’ propri occhi la deformità che presenta l’uomo estinto e decomposto. All’opposto, venendo sotterrati convenevolmente ed in luoghi opportuni i cadaveri […] non si turba la pace dei sepolcri, si garantisce la pubblica salute” (ASP, 1267).
Esta rápida reseña sobre las usanzas funebres del sur de Italia permite unas observaciones generales y conclusivas: en los siglos XVIII y XIX, período al que pertenecen los dados de esta ponencia, la inhumación era típica de las clases más pobres. Existían al mismo tiempo otras formas de sepultura que tenían carácter de privilegio. Por ejemplo, las elites sociales laicas y eclesiásticas utilizaban sus cuerpos momificados como monumento funebre (Fig. 5a-b). Las cofradías, en cambio garantizaban la conservación y la protección de los huesos dentro de un sepulcro reservado a sus componentes.
La momificación y la esqueletización que se desarrollaban en los colatoios eran dos formas de tratamiento privilegiado a que se sometían los cadáveres, pero que parecen en conflicto ya que efectivamente con la primera se intentaba exorcizar la segunda.  Robert Hertz con su célebre ensayo (Hertz, 1994) constituye una grande ayuda para comprender a fondo este asunto y para evidenciar como los dos tratamientos sean sólo aparentemente en conflicto. De Hertz  es, de hecho, el concepto de doble sepultura, y la constatación que la muerte no es un acontecimiento instantáneo, sino un gradual proceso de transición cuya duración corresponde a la de la transformación del cadáver. Suya es también la idea que la muerte como transición tiene un correspondiente ritual en la ceremonia de la doble sepultura: una primera colocación del cuerpo, inhumado o expuesto, era sólo provisional, ya que acabada la descomposición que desgasta los tejidos hasta quedar sólo los huesos limpios, éstos eran recogidos y puestos en una tumba definitiva. Esta segunda sepultura era el rito conclusivo que ratificaba la conclusión del viaje del difunto, en cuanto el acabarse de la tanatomorfosis marcaba la definitiva anexión al reino de los muertos.
En los ritos funebres de doble sepultura, la momificación en sustancia es comparable a la descarnación. Hertz afirma que los huesos desecados, residuo de la descomposición, constituyen un cuerpo incorruptible (1994: 111), igual que la momia y además que parece legítimo considerar la momificación como una situación que nace en la primera sepultura, la provisional (1994: 66).
Para concluir, la momificación y la vigilancia de la descomposición en los ritos de doble sepultura tienen la misma finalidad, es decir la de dar una sepultura definitiva sólo a los restos que ya no lleven rastros de elementos impuros y deteriorables; entonces esto vale tanto por los huesos blanqueados de un esquéleto como por los tejidos desecados de una momia. Los diferentes tipos de colatoio del sur de Italia, proyectados para conservar o destruir, intervienen directamente en la descomposición con el mismo objetivo de transformar  los tejidos blandos y podridos del cuerpo en algo duradero e inalterable y entregarlo a la eternidad del sepulcro definitivo.

Un particular agradecimiento a Alice Cortesi, cuya ayuda ha sido fundamental en las investigaciones archivísticas y en la redacción castellana de este texto.

Referencias bibliográficas.

ASN, Archivio di Stato di Napoli (Archivo de Estado de Nápoles), Supremo Magistrato e Soprintendenza generale di Salute.
ASP, Archivio di Stato di Palermo (Archivo de Estado de Palermo), Intendenza di Palermo.
D’Ascoli, F., 1993. Nuovo vocabolario dialettale napoletano. Napoli: Gallina.
Fornaciari, A. and V. Giuffra, 2006. La mummificazione nella Sicilia della tarda età moderna (secoli XVIII-XIX): nuove testimonianze dalla Sicilia orientale. Medicina nei secoli. Arte e scienza, 18, 925-942.
Hertz, R., 1994. La preminenza della destra e altri saggi. Torino: Einaudi.
Mayer, C.A., 1948. Vita popolare a Napoli nell’età romantica. Bari: Laterza.
Pezzini, F., 2006. Doppie esequie e scolatura dei corpi nell’Italia meridionale d’età moderna. Medicina nei secoli. Arte e scienza, 18, 897-924. 
Tresoldi, R., 2000. Notizie storiche etnografiche su Piraino. Palermo: Tipolitografia Lo Bue.

Pies de las Figuras

Fig. 1a  Catacumba de los Capuchinos de Palermo: detalle de los colatoios.
Fig. 1b  Esquema gráfico de la cámara de momificacíon del sepulcro de los curas en la chiesa madre de Piraino.
Fig. 1c   Piraino, chiesa madre, sepulcro de los curas: altillos para la exposicíon de los cuerpos en posición horizontal.
Fig. 1d  Nicho vertical para la exposicíon de los cuerpos. Eso otorgaba al difunto aquí puesto una posicíon de privilegio.

Fig. 2a  Novara di Sicilia, iglesia de S. Maria Annunziata: parrilla de madera donde se ponían los cadaveres para conseguir su momificacíon.
Fig. 2b  Novara di Sicilia, iglesia de S. Maria Annunziata: otra parrilla y, a su derecha, nichos verticales para la exposición de las momias.
Fig. 2c  Momia en nicho vertical.

Fig. 3a  Forza d’Agrò, convento de S. Agostino: colatoios en forma de silla.
Fig. 3b  Tusa, chiesa madre: sepulcro de la cofradia del SS. Sacramento.
Fig. 3c  Troina, cripta de la catedral, oratorio de la Cofradía de los Blancos: a lo largo de las paredes de la cámara de descarnacíon se hallan los colatoios en forma de silla así como la larga repisa para la exposicíon de las calaveras.
Fig. 3d  S. Marco d’Alunzio, iglesia de S. Maria de Aracoeli: sepulcro de la familia Greco.

Fig. 4a  Fiume di Nisi, chiesa madre: colatoios en forma de silla con osario central.
Fig. 4b  Detalle de las calaveras colocadas sobre la repisa.

Fig. 5a  Savoca, cripta del convento de los Capuchinos.
Fig. 5b  Pettineo, cripta del convento de los Capuchinos.

* Università di Siena, Dipartimento di Storia delle Arti, Sezione di Archeologia Medievale.

** Università di Pisa, Divisione di Paleopatologia.

*** Scuola Normale Superiore di Pisa.