EL ZOO DEL SIGLO XXI / GINO FORNACIARI
El amante de cadáveres antiguos

estratto dal sito www.elmundo.es

Este antropólogo de la Universidad de Pisa se dedica a analizar los restos mortales de personajes del pasado como el Papa Gregorio VII

IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal

ROMA.- Que el rey Fernando I de Nápoles gozaba de un apetito voraz es un hecho bien documentado en las crónicas históricas.Pero lo que nadie se podía imaginar es que los filetes y los chuletones acabarían arrastrando a la tumba a este monarca de origen aragonés allá por el año 1494.
Ha habido que esperar más de 500 años para saber que, en verdad, Fernando I murió a causa de un cáncer de cólon generado por su insaciable pasión carnívora.
El descubrimiento es mérito de Gino Fornaciari, un paleontólogo italiano de 58 años que desde hace ya un cuarto de siglo se dedica a analizar los restos mortales de personajes del pasado.
Por sus manos expertas han pasado cadáveres tan ilustres como el del Papa Gregorio VII, el del rey Enrique VII de Alemania, el de Fernando I de Nápoles, el de Pandolfo III o el del mismísimo San Antonio de Padua.
«Sabiendo cómo murieron, podemos hacernos una idea de cómo vivieron y tratar de reconstruir el ambiente cultural y las costumbres de su época», aseguraba ayer a EL MUNDO el profesor Fornaciari.Por no hablar de aquellos de sus descubrimientos que, directamente, han hecho reescribir la Historia.
Ahí está, por ejemplo, el caso de Enrique VII de Alemania, quien el 10 de febrero de 1242, con sólo 31 años de edad, aprovechó que era trasladado a una nueva prisión para poner fin a sus días arrojándose por un despeñadero de Calabria. Enrique había sido condenado a cadena perpetua por su padre, el emperador Federico II, después de encabezar una revuelta contra él.
Pero, ¿cómo es posible que un hombre tan generoso y benevolente como Federico II no fuera capaz de perdonar a su primogénito? Pregúnteselo al profesor Fornaciari: «Examinando el esqueleto de Enrique VII hemos descubierto el verdadero motivo por el que su padre le tenía encarcelado: padecía lepra.
Es muy posible que contrajera la enfermedad durante las Cruzadas, y pensamos que su encierro respondía a una medida de protección».Pero, ahora, el incansable profesor Fornaciari tiene entre manos un nuevo misterio: la extraña muerte de Cargante I de la Scala, el más poderoso personaje de la historia de Verona, acontecida hace 675 años.
La leyenda cuenta que Cangrande falleció a los 38 años después de haber aplacado su sed en una fuente de Treviso, ciudad que acababa de conquistar. Pero en la época ya circulaban rumores que apuntaban a que había sido envenenado.
¿Cómo murió en realidad? Fornaciari baraja una tercera hipótesis: que falleciera a causa de una hepatitis aguda, ocasionada por su más que notoria inclinación a los vinos de la región del Véneto.El paleontólogo ya ha exhumado los restos de Cangrande y espera poder desvelar en cuestión de meses el motivo verdadero que lo llevó la tumba.
Y eso no es todo: este verano, el incansable Fornaciari se propone analizar los restos mortales de 49 miembros de los Medici, la famosa dinastía que rigió Florencia desde el 1434 al 1737. El próximo mes de junio comenzarán las tareas para exhumar de la Capilla Medici, en la Iglesia florentina de San Lorenzo, los cadáveres de una cincuentena de miembros de esta ilustre familia.
«Analizando sus restos seremos capaces de establecer cómo vivían, qué comían, qué tipo de enfermedades padecían y el motivo por el que murieron», señala Gino Fornaciari. «Porque el cuerpo es un auténtico archivo de la vida diaria», apostilla.
Los análisis químicos en los huesos pueden dar pistas sobre la dieta alimenticia que llevaba el fallecido. La erosión de los dientes puede ser un indicio del tipo de comida que consumía el sujeto en cuestión. Mediante un escáner TAC se puede obtener una idea bastante precisa de las condiciones de sus órganos.Las deformidades óseas pueden ser la expresión de una determinada actividad física (como, por ejemplo, montar a caballo). Y los análisis de ADN pueden desvelar desde enfermedades hereditarias hasta el grupo racial del individuo.
Sin embargo, el doctor Fornaciari no podrá examinar los cadáveres de los más famosos integrantes de la estirpe de los Medici. Los restos tanto de Lorenzo de Medici, el famoso promotor de las artes, como Cosimo el Viejo, fundador de la dinastía política, descansan bajo unas esculturas de Miguel Angel que son demasiado frágiles y preciadas como para moverlas.
Sin embargo, el paleontólogo se consuela pensando que podrá examinar minuciosamente, entre otros, los restos de ocho grandes duques de la familia Medici y los de Anna Maria Luisa, último miembro de la dinastía y quien a su muerte legó al pueblo de Florencia la magnifica colección artística propiedad de la familia. «Se cree que Anna Maria Luisa murió de cáncer de pecho, mientras que su hermano Gian Gastone, el último gran duque, falleció de obesidad y de piedras en el riñón», asegura Fornaciari. «Nos proponemos crear un archivo completo de las enfermedades de la familia».
El propio Gian Fornaciari admite que su trabajo tiene mucho de investigador policíaco: «Soy un detective sí, pero mi objetivo está en el pasado remoto».
LO DICHO Y HECHO
«Soy un detective, pero mi objetivo es investigar el pasado remoto»
1946: Nace en Italia. 1961: Termina sus estudios de antropología y comienza su carrera profesional. 1981: Analiza los restos mortales de San Antonio de Padua. 1984: Examina el cadaver de Gregorio VII. 1989: Se convierte en el director del departamento de Paleontología e Historia de la Medicina en la Universidad de Pisa. 1998: Abre el sarcófago de Enrique VII de Alemania. 2004: Exhumará los cadáveres de 49 miembros de la familia Médici.